lunes, 27 de julio de 2009

SER BUEN JEFE, UNA NECESIDAD.

Ser buen jefe es formar buenos equipos de trabajo, rodearse de gente inteligente, asumir con confianza el cargo y desarrollar las siete responsabilidades básicas de un jefe orientado al liderazgo.

Parece una especie en extinción. Unos lo consideran políticamente incorrecto; varios son Pedro, niegan serlo. Muchos morirían por serlo, pensando que es la máxima meta.

La mayoría, no tienen ni idea de cómo serlo y hacerlo bien. A otro gran número, les da miedo ser diferente porque piensan en “golpes de estado” y en quedar en la vil calle.

A muchos les sucede como el viejo chiste del hijo que no quiere ir al colegio porque los niños le molestan, hasta que la mamá le recuerda que es el rector. Muchos, muchísimos, sufren todo el día y solo atinan a preguntarle a Dios porque les envía “esa suerte”.

Hoy, quienes son jefes pueden estar confundidos: que no ordene sino lidere, que no mande sino pida, que sea el compañero y no la autoridad, que delegue y no decida solo, entre muchas opiniones.

Los jefes existen … sin importar el nombre o título, mientras haya alguien con la responsabilidad del desempeño de una o varias personas dentro de una organización, es jefe.

Ser jefe no es malo. ¿Usted lo es o tiene uno?

Basado en la consultoría y en los diagnósticos organizacionales, los jefes y jefas tienen siete responsabilidades básicas comunes; cómo desempeñarlas depende de sus características de personalidad, del sector de negocio, del modelo gerencial y organizacional, del área en que labora, de la situación de la organización y su área, y de las personas que integran su equipo de trabajo; por eso, la formación y desarrollo de un jefe o jefa se diseña y realiza con base en la persona, su organización, su gente y la situación.

  • Tener clara una meta de desempeño del individuo y del equipo, (qué, para qué, cómo) y motivar hacia su logro (por qué, cómo se vincula cada uno con la meta); en lo preferible, definirla con el responsable de cumplirla, y confirmar qué la persona y el equipo es competente y está comprometido.
  • Apoyar y brindar los recursos necesarios para cumplir la meta: confirme que es capaz de conseguir los recursos y facilite su consecución; si debe encontrar solo los recursos, estimule a que se convierta en parte del crecimiento de cada uno; esto incluye ser el enlace y representante entre la persona y la organización, defenderlo cuando sea necesario.
  • Hacer seguimiento y evaluación del proceso, quizás una de las responsabilidades en la que muchísimos muestran debilidad: definir qué, cada cuánto evaluar y cómo evaluar, según la persona y la tarea, con criterios claros y conocidos; preguntar y escuchar, aconsejar y orientar; redefinir según los resultados; estar disponible; premiar y recompensar, así como sancionar de manera clara y proporcional al resultado, la persona y el proceso.
  • Alimentar, realimentar, proalimentar, términos del pensamiento sistémico: se alimenta cuando se brinda nueva información y conocimientos, se facilitan nuevos recursos, se promueven nuevas miradas a las situaciones; se realimenta o retroalimenta cuando se explican los resultados de evaluaciones, se reorientan las metas, se instruye y capacita, se redefinen responsabilidades acorde con la madurez del individuo o el equipo; se proalimenta cuando se mira, se diseña y se piensa el futuro de manera sistémica, se enriquece la visión personal y de la organización, se proyecta desarrollo y crecimiento de la persona.
  • Soltar el poder y comunicar: empoderar no debe ser “dar poder para hacer” sino quitar las cadenas que limitan el poder y la capacidad de las personas; cuando se conoce al individuo y se le acompaña, es fácil ver el potencial de las personas; por eso, es inteligente rodearse de gente más inteligente; se comunica cuando se permite la reflexión en grupo, se dialoga y se discute, se promueven las ideas y propuestas, la información fluye como un recurso colectivo, se facilita la creatividad y el aprendizaje.
  • Respetar y valorar, una de las mayores y constantes quejas de las personas en las organizaciones: ver a la otra persona como otro ser humano, solo que diferente; generar inclusión, construir desde la diferencia y la divergencia, conocer al otro desde sus propias características, reconocer sus logros y avances, definir con la gente acuerdos de comportamiento y convivencia.
  • Y una muy necesaria: los jefes deben aprender y mejorar como ser humano, como jefe y miembro de la organización; confiar y ser confiable; asumir el liderazgo compartido, innovador y adaptativo; asumir el control cuando se requiera, sin temor a ejercer la autoridad; arriesgarse a asumir riesgos personales; contar con un mentor y espacios propios para la reflexión y tomar “nuevo aire”.

Los jefes son vitales para productividad, la innovación y la competitividad de la organización. Un buen jefe genera buenos desempeños de las personas. Son el primer referente para su equipo y el legitimador natural de las directivas. Como un jefe no nace, debemos formarlo y apoyarlo en su gestión … ¡eso es inteligente!

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