martes, 28 de julio de 2009

¿Cuándo estás joven o viejo para trabajar en la empresa?



¿A los 45 años es una persona vieja para aprender y aportar en el trabajo? ¿A los 22 años es muy joven para asumir responsabilidades en la empresa? La edad se ha vuelto un criterio fuerte para la selección y contratación de las personas, sin importar el cargo o el nivel jerárquico.

El fútbol nos vuelve a dar temas de interés. Preguntarse si Anthony De Avila a sus 45 años está en óptimas condiciones para ser el delantero goleador del equipo de fútbol América de Cali o si un chico de 12 años debe jugar en un equipo profesional en Bolivia, enfrenta aspectos como madurez, experiencia y criterios para decidir frente a capacidad de asumir riesgo, apertura al aprendizaje y entusiasmo para trabajar.

Algunos factores socio-empresariales determinan si la edad cuenta para un empleado: el sector de negocio determina en muchos casos un modelo organizacional, incluyendo la estructura; el concepto propio de organización, diseñado por el fundador y sus primeros directivos, forma el estilo de dirección predominante, el modelo mental colectivo y la calidad de las interrelaciones; el modelo de administración y gerencia, dado por los directivos, es influenciado por la época, la tendencia gerencial y las modas administrativas.

Un cuarto criterio es la evolución socio-empresarial: un mundo entre la modernidad y la posmodernidad; una era del conocimiento, la tecnología, la información y la telecomunicación (con problemas de comunicación entre personas); las propuestas hacia la divergencia y las relaciones dialógicas; la facilidad de movilidad, tránsito y migración de personas y bienes – aunque en Colombia y otros países aún existen empresas y regiones premodernas.

Un quinto factor que juega mucho es el financiero: muchos directivos prefieren contratar gente joven porque pueden pagarle menos y con condiciones inferiores a alguien con más experiencia.

Las preguntas que debe responderse un gerente para determinar si la edad cuenta son en esencia tres: cuáles son las competencias principales para el cargo, cuáles las responsabilidades que asumirá la persona y cuál es posible futuro desarrollo y oportunidad de carrera de la persona. NOTA AL FINAL

Ejemplo de lo primero: si el cargo requiere prudencia a la hora de decisiones, compras o contratos, debe evaluarse si la persona tiene esa característica, que en muchos casos se gana con la edad; si el cargo requiere capacidad de riesgo y explorar nuevas opciones, el perfil de la persona dirá si lo tiene, aunque en los jóvenes es factible encontrar con más facilidad esa capacidad.

En lo segundo, la responsabilidad incluye manejo de información y de recursos, el desempeño de personas, la toma de decisión y la solución de conflictos, las interacciones con personas, áreas y empresas; la imagen y reputación de la empresa, entre otras, y obvio, la planeación y consecución de resultados. Visto así, esto sería para una persona mayor, sólo que estas características pueden encontrarse en gente joven; mientras más complicadas las responsabilidades, más pesa la edad.

Lo tercero, el futuro de la persona: hay empresas en que por más que alguien lo haga bien, nunca ascenderá porque no hay para donde, ya sea por ser Pyme, empresa familiar o entidad pública, entre otras. En algunos casos, el cargo está tan definido, incluyendo las responsabilidades y tareas, que cualquier persona puede desempeñarlo casi de la misma manera, como en los restaurantes de comida rápida donde el empleado siempre hará lo mismo sin importar persona, edad o género; o en empresas muy técnicas donde el nivel de experticia puede lograrse muy rápido y luego no hay diferencia con los más antiguos; o en ventas o servicio al cliente. En estos casos, la edad cuenta poco y vale más las características de la persona, como empatía, motricidad fina, etc..

El cuarto factor es muy fuerte frente al tema de la edad; un joven de 15 años nació con celulares, computadores portátiles e Internet; un joven de 25 años está acostumbrado a los cambios constantes de los objetos, a las relaciones menos duraderas, entre otros, lo que significa cierta ventaja ante quien piensa todavía en ciclos largos, en cambios lentos, o que debe acostumbrarse a lo constante novedad.

El quinto, el financiero, podemos decir, es la razón más triste: cambiar una persona de 40 por una de 20, por decir algo, es arriesgarse a perder la experiencia y el conocimiento del empleado, su capacidad de liderazgo positivo, la confianza de los clientes y proveedores en la empresa, y las relaciones corporativas y de negocios que la persona manejaba.

En los casos de cargos muy determinados por la estructura o en aquellos con pocas interacciones con grupos de interés, poco pesa cambiar a uno por otro. En aquellos donde los factores 1, 2 y 3 tienen importancia, cambiar a la persona puede causar impacto negativo.

Por eso, si piensas que tienes más de 40 años y te pueden cambiar, no pienses en la edad sino en tus logros y aportes para seguir creciendo, para lo cual es bueno considerar:

- reevalúa tus logros: revisa tu historia y encontrarás que has alcanzado metas, superado crisis y aportado a mejoras e innovaciones, algo que escondes o no divulgas ni explotas; encuentra esas competencias y esos logros, valóralos y ubícalos entre tus fortalezas.

- Reenfoca tus competencias: en aquellas áreas fuertes, trabaja para mantenerlas; en aquellas débiles, para superarlas. Pero el quid está en las que requerirás a futuro, en el corto y largo plazo, de acuerdo al plan de crecimiento de la organización: desarróllalas; capacítate, traza un programa personal de mejoramiento, encuentra un mentor que te ayude en tu propósito, pide nuevas tareas que te exijan esas competencias, involúcrate en proyectos que te permitan aprender y también explotar tu potencial.

- Reorienta tus metas: cuando el sol nos da de frente y el calor nos obliga a movernos, nos sorprende saber que hay muchos sitios mejores que donde estábamos. Eso significa estar en la zona de comodidad: es conocida, nos da seguridad, tenemos certezas. En relación a las metas, cuando estás en la zona de comodidad, tendemos a repetir las metas año tras año y solo ajustamos en términos de la inflación, o sea, un poco más de lo mismo. Retarte a nuevas metas y a nuevas áreas de trabajo te inyectará nuevas energías.

- Redescubre tu red social y profesional: con el tiempo, terminamos participando del mismo grupo de amigos y compañeros, pues son los conocidos y los preferimos a “buenos por conocer”. Abre ventanas, explora otras aficiones o retoma las abandonadas, y eso te permite encontrar nuevas personas y nuevas relaciones, lo que será la llave para otros escenarios.

- Arriésgate a aprender: solo quien ha muerto, no puede aprender más. Mientras estés vivo, puedes aprender; el bloqueo es mental, es pensar que ya no puedes, que es muy difícil o no vale la pena; reenfocar tus competencias y tus metas ya es un primer paso que muestra tu capacidad de aprendizaje.

Si eres joven, las anteriores recomendaciones pueden servirte, solo que debes pensarlas en términos de presente y futuro. Además, puedes:

- definir un proyecto de vida, con dos características: flexibilidad y renuncia. Ser flexible es estar abierto a modificar tus metas, a revisar constantemente tu plan de vida frente a resultados y proyectos actuales y futuros; arriesgarte a cambiar, sin temor al “que dirán”. Renunciar es entender que hay caminos, proyectos o empresas, incluso relaciones, que no tienen futuro y se volverán “círculos eternos”; entonces, renuncia, salta, brinca, abandona, pues podrás concentrar tus energías en nuevos proyectos interesantes.

- Aprende y explora: aprender depende de ti; no solo de la educación formal y de recursos como los libros y la web; en especial, de tus propias experiencias y de las otras personas: es bueno mantener un espíritu ávido de aprender; mantener una mente capaz de evaluar, monitorear y observar para extraer conclusiones, ideas, modelos, consejos. Amplía los límites de cada proyecto y arriesga a ir más allá de la frontera.

La edad no es un límite. El límite no está en el físico sino en la mente. A menos que seas deportista (y no todos) o reina de belleza, la edad cuenta cada vez menos. Pesa más tu experiencia, tu capacidad de aprender, de transformarte, de adaptarte, de proponer, de superarte.

Como viste, el título de este artículo no dice “eres viejo o joven”, sino “estás”, que es simplemente una condición dentro del escenario de tu vida.

Algún día te levantarás y dirás “no voy más a trabajar”, pero eso puede ser porque te cansaste y te aburriste, no por la edad.

Es seguro que a De Avila no le pedirán que juegue los 90 minutos ni que haga un gol por partido. Le han llevado para inspirar a los jugadores a una forma de jugar, a guiar al equipo con su madurez, a enseñar la técnica desde la experiencia y a motivar a la hinchada para ir al estadio. Es el valor de la edad.

NOTA AL FINAL. Los cargos no tienen futuro, v.g., el cargo de secretaria siempre será el cargo de secretaria, aunque la persona tenga posgrado y estudios en administración; la persona es quien puede ascender, razón por lo cual debes considerar si el cargo te permitirá mostrarte para ganar promoción dentro de la empresa o lograr oportunidades fuera de ella.

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