martes, 21 de julio de 2009

¿Debe un jefe arriesgarse a recibir “tarjeta roja” por su equipo?


¿Debe un jefe arriesgarse a recibir “tarjeta roja” por su equipo?

Julio Comesaña, técnico del equipo de fútbol Junior de Barranquilla recibió la tarjeta roja en pleno partido por agredir de manera verbal a un árbitro de fútbol, una conducta considerada grave.

Trabaja toda la semana con su gente planificando el partido, pero durante cinco juegos es un “técnico virtual” pues no puede ni siquiera entrar a los estadios; debe dirigir al equipo a partir de los informes telefónicos de sus asistentes o por los comentarios de periodistas deportivos radiales.

Siendo Comesaña el jefe del equipo, ¿vale la pena que un jefe se arriesgue a que le saquen tarjeta roja y lo expulsen?

Hay razones que validan y justifican el comportamiento; otras, que lo consideran inapropiado y recomiendan abstenerse; unas más, obligan a pensar y decidir “en caliente”.

Recordemos que un jefe tiene como responsabilidad el desempeño del individuo y del equipo, piensa en el presente y el resultado; mientras el líder busca el desarrollo y transformación de las personas y del equipo, piensa en el futuro y en mejores escenarios. Por eso, para este caso preferimos hablar de un jefe-líder, alguien con capacidad de motivar al buen desempeño mientras inspira el cambio.

Un jefe-líder, hombre o mujer, puede justificar arriesgarse a ver la “tarjeta roja” de sus superiores, llámase gerente, la junta directiva o los propietarios, cuando:

- Apoya a su equipo, lucha y pelea por su gente: todo jefe es un mediador entre su equipo y las directivas o los diferentes grupos de interés; el jefe es el representante primario del equipo; las personas esperan que gestione recursos para el equipo, gane y defienda privilegios; obstaculice o impida injusticias, desequilibrios, problemas en contra de su gente; destaque, valore, promueva a su gente. Cuando el jefe pelea por su gente, gana su confianza y lealtad; no importa que no las gane todas, el equipo agradece el esfuerzo y la dedicación.

- El jefe es el parrayos; debe aguantar por su gente. No “echa al agua” a ningún individuo del equipo, aunque en casa lava con su gente los trapos sucios. Esto logra mantener la cohesión del grupo y mantener sano el ambiente, además que promueve que el equipo se enfoque en aprovechar la situación para corregir, mejorar e innovar.

- Define de manera clara el marco ético del equipo: los principios o valores esenciales no negociables, lo que es correcto y aprobado por el equipo, y lo incorrecto o rechazado. El jefe-líder muestra con su conducta esos principios, guía a los demás y enseña con el ejemplo.

- Vivencia el direccionamiento del equipo: indica en qué debe concentrarse el esfuerzo, el tiempo, la energía y los recursos del grupo.

- Modela el esquema mental y la cultura de su equipo; define con su ejemplo las conductas esperadas y válidas para sus integrantes; refuerza las creencias y actitudes colectivas que fortalecen la identidad del grupo.

Todo esto, siempre y cuando sea honesto y muestre coherencia entre su discurso y su actuación cotidiana; si lo hace solo por interés o por “quedar bien” con su superior u otros, el castigo será grande: perderá confianza y credibilidad, algo difícil de ganar y más difícil recuperar.

Porque no es bueno que el jefe que desea ser líder se arriesgue a la “tarjeta roja”:

- si sale expulsado o es sancionado, puede perder credibilidad ante las directivas o los grupos de interés;

- Si no está, ¿cómo hace su trabajo?

- Si no está, ¿cómo ayuda y apoya a su gente?

- Si pelea por pelear, puede señalar criterios errados y enseñar malos ejemplos.

- Si la pelea no es adecuada, el equipo de manera directa puede ser castigado, lo cual resentirá su relación con el grupo.

Suponiendo que el jefe recibe “tarjeta roja”, esto puede ser una oportunidad para el equipo:

- al no estar el jefe, alguno del equipo puede asumir el rol de jefe de manera temporal, lo que permite aprendizaje y desarrollo;

- genera liderazgo y desarrollo de competencias de liderazgo de las personas

- no estar puede asumirse como crisis y permite que el equipo se cohesione alrededor de los principios y las metas;

- superado el incidente, en especial si es positivo el resultado, puede marcar un hito en la historia y la cultura del equipo: narrar los hechos será una forma de enseñar lo valioso, en especial a los nuevos; este hito moldeará el modelo mental de la gente e indicará formas de actuar a futuro. Si el resultado es negativo puede servir también, solo que la narración indicará cómo no comportarse, qué evitar.

- el equipo puede madurar y formarse para afrontar situaciones especiales;

Claro que una “tarjeta roja” es un alto riesgo si las personas del equipo no tienen la suficiente madurez o competencias: se disminuye la confianza en el grupo y su autoestima; se quiebra su capacidad de lucha, se limita mentalmente para afrontar situaciones difíciles, complejas o en las cuales haya incertidumbre; aumenta su dependencia del jefe, entre otros.

Como jefes, sin importar su nivel jerárquico, es estratégico que se concentren en lograr la madurez de cada uno como integrante del equipo y del grupo como colectivo, para que puedan afrontar mejor situaciones difíciles como esta. Un jefe inteligente forma a su equipo y lo ayuda a crecer en vez de hacerlo más dependiente.

En el caso de Comesaña, ¿usted ha escuchado o leído que alguien se haya quejado o le haya reclamado por la expulsión? No, ni hinchas ni jugadores, porque obró a conciencia, de manera honesta; peleó por su gente, por lo que consideró justo y correcto; enseñó que el equipo debe jugar para ganar por si mismo; y ha trabajado en la madurez de su gente. Por eso, Junior sale tranquilo en cada partido a jugar y ganar.

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