viernes, 2 de julio de 2010

Brasil, ¿preparado para ganar o para perder?

Brasil, ¿preparado para ganar o para perder?
Reflexiones de autoliderazgo desde el mundial V

Me tomé un tiempo, para no escribir en caliente y conmocionado por la derrota de Brasil, cual comentarista bajo las vuvuzelas; bueno, sobre las enseñanzas del equipo de Brasil, llevadas al liderazgo personal y la gerencia de las organizaciones.
¿Estaba Brasil preparado para ganar? ¿lo estaba para perder?
Hace poco comenté sobre el caso del tenista colombiano Alejandro Falla, quien estuvo a cuatro puntos (bolas) de ganarle a Federer; Falla reconoció que perdió concentración y convicción.
Eso pareció sucederle a los latinoamericanos esta mañana: el gol, autogol, los estremeció, los conmovió y pareció dejarles en el piso; era primera vez en el mundial que estaban por debajo en el marcador en un partido.
El equipo perdió el rumbo, la concentración y la serenidad; dejamos a los expertos el análisis futbolístico.
Para ganar, hay que estar preparado. Algunas veces decimos que alguien tiene la suerte de campeón, que todo le sale bien. Cuando los resultados se dan una tras otro, solemos asumir que somos benditos, que los “ángeles” nos acompañan, que el destino abre el camino.
En ese trance, ya ni miramos al piso, ni al lado; muchas veces, ni al frente, como si ya no requiriéramos ver el camino y esforzarnos.
Para ganar hay que estar preparados: definir una estrategia, mantener el rumbo, tener disciplina en continuar con lo planeado, estudiar al contrario y el entorno para comprender cambios o amenazas, tener apertura mental para modificar la estrategia e incluso los objetivos, contar con los recursos suficientes.
Importante, tener propósitos, principios y políticas compartidas, lo que nos permite contar con una razón para actuar, con orden y organización, en equipo, y con un claro sentido compartido que nos da unidad e identidad.
Al ganar, es valioso no confiarnos, ni sobreestimando nuestras capacidades ni subestimando las del contrario; cuando eso hacemos, nos puede suceder lo de la liebre con la tortuga.
Tenemos derecho a disfrutar la victoria, más no humillar a los perdedores; hacerlo hiere a las personas, lo que, además, les da un aliciente fuerte para enfrentarnos la siguiente vez.
Claro, para ganar, hay que estar preparado; seguir el modelo del PHVA en un ejemplo: diagnosticar, planear, capacitarnos, ejecutar con rigurosa verificación y control y aprender de nuestros errores y logros, mejorando en la marcha y para las nuevas oportunidades.
Más, para ganar, es relevante la disciplina, la constancia y la serenidad.
Disciplina, para continuar con el rumbo establecido, para mantener el propósito y la meta; entendiendo cuando estas deben cambiar o dejan de tener sentido. Disciplina para mantener el orden y la organización, apoyando con solidaridad y cooperación a todos en el equipo.
Constancia, para insistir, persistir y resistir. Mantener la motivación, la razón por la cual jugamos o participamos, ver siempre los beneficios de ese logro que puede ser sufrido conseguir; continuar la marcha a pesar de la lluvia, los vientos o la nieve.
Serenidad, para continuar con calma, con mesura, conociendo nuestras reacciones emocionales para usarlas a nuestro favor; para no atacarnos cuando las cosas van mal, sin recriminaciones y ofensas personales, pudiendo evaluar con argumentos los errores para corregir y mejorar.
Cuando no estamos preparados para ganar, corremos el riesgo de que el éxito se nos suba a la cabeza y nos obnubile, por lo que estaremos en riesgo entonces de perder; y si no estábamos preparados para ganar, es seguro que tampoco lo estaremos para perder.
Considero valioso para tener fortaleza mental, estar mejor preparados para perder que para ganar; esto significa que preparamos nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestro lenguaje, para superarnos cuando estamos perdiendo o cuando perdemos.
Estar preparados para perder es bien distinto a prepararse para perder; quien hace esto último, ubica su mente y sus acciones en la derrota antes de iniciar a jugar, antes de los proyectos o de sus retos (de lo cual hablaremos más en un siguiente artículo del mundial, Los 15 minutos).
Cuando te preparas para perder, puedes mantener la disciplina, la constancia y la serenidad.
Puedes enfrentarte a tu peor enemigo: tú mismo. “Yo mismo” es quien sale con los pensamientos negativos, es quien duda, es quien no cree, es quien protesta y pelea, es quien pierde los estribos, es quien deja de pensar con cabeza fría.
Perder no es malo, cuando podemos superarnos; cuando hemos perdido y reflexionado sobre nuestra derrota, podremos superarnos.
Estar preparados es lograr el equilibrio positivo de la disciplina, la serenidad, la constancia y la convicción.
Implica creer en mí, en ti, en nosotros; es centrar nuestra vida y nuestra acción en propósitos, principios y políticas con sentido compartido; es sentir que vale la pena el esfuerzo diario y continuo, y continuar a pesar de la adversidad, es mantener la cabeza alta mirando al horizonte que nos aguarda con prosperidad y éxito, es dejar fluir la creatividad para nuevas ideas en plena batalla, es analizar con tranquilidad la opciones y sopesar los argumentos para decidir con calma.
Eso, no se logra en plena crisis.
Ese es uno de los principales, quizás el primero, de los retos y responsabilidades de quien ejerce liderazgo: prepararnos, formarnos para ganar y para perder.
Hoy, Brasil parecía no estar preparado para perder, por eso, Holanda fue superior, para pesar de quienes veíamos la final del mundial entre un latino y el país del centro de Europa.
Tú, ¿estás preparado/a para ganar? ¿estás preparado/a para perder? Es tu responsabilidad contigo, con tu autoliderazgo. Da el primer paso, hoy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario